El día 5 de junio se celebra el día del medio ambiente. Yo pienso, ¿para qué? ¿Será para proponernos que abandonemos los malos hábitos adquiridos en tiempos de bonanza, que relajan nuestras actitudes y nos aproximan al cegamiento de la sociedad del «bienestar»?
¿Sólo será como el seguimiento de la moda de «días» para todo, o para celebrar cualquier cosa? Mejor será que pensemos en positivo, que los que se ocupan de señalar esos «días», lo hayan hecho con la intención de que vayamos tomando conciencia de lo que se propone.
Si pensamos en hábitos sostenibles desde luego hay muchos, desde el ahorro de agua, el abandono de los plásticos, la contaminación de los automóviles, los aviones…
Pero, yo digo, podemos dejar nuestro coche aparcado o guardado en el garaje en muchas más ocasiones, pero, quién detiene el transitar aéreo, con las atractivas tarifas, por un lado, las prisas que nos acompañan, por otro, y los deseos de largos y sugestivos viajes de placer o vacacionales, en espacios relativamente cortos de tiempo.
A casi nadie se le ocurre que podemos colaborar con esa conservación del medio ambiente, principalmente a partir de nuestra persona, es decir, a partir de la manera en que cuidemos nuestra alimentación. Porque hay un hábito, diríamos «insostenible», como es el consumo de carne y sus derivados, incluido el consumo abusivo de la leche, me refiero en las personas mayores… De esta manera conservamos la salud y prevenimos el mayor índice de contaminación del planeta provocada por la cría de ganado.
Hay otra poderosa razón muy importante, y es el ahorro de grandes terrenos dedicados a pastos y comida para alimentar a estos animales, con lo que la transformación de las plantas en carne resulta carísima. Dichos terrenos dedicados a plantaciones para el consumo humano daría de comer a muchísima más gente y, claro está, mucho más barato. EL HACERSE VEGETARIANO CONTRIBUYE A ERRADICAR EL HAMBRE Y CONSERVA EL MEDIO AMBIENTE.